miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Sr. Mikkozzi Stand Punch Comedy



La argentinidad al palo

Había una vez país llamado Argentina, habitado por más de 40 millones. Todos creían vivir felices y en armonía. Todos pensantes y coherentes. Se caracterizaban por su versatilidad ante las circunstancias. En el día eran de un bando y a la noche se cruzaban a la vereda de enfrente. Nunca se miraron sus propias narices hasta que un día arribó el Sr. Mikozzi con su Stand Punk Comedy. Y ese fue el antes del después de los argentinos. 

El Sr. Mikozzi toma miércoles a miércoles la pastilla de la impunidad para reírse de la ADN de los argentinos.  Cuando escuchás los monólogos de este gran comediante caes en la cuenta que somos una raza bastante única. Una raza cargada de contradicciones, ridiculeces. Una raza favorita en barrer bajo la alfombra ante la mirada acusadora del otro.
Los caminos del Sr. Mikozzi arma y desarma a su piacere la idosincracia argentina. Se ríe desde la vieja facha hasta del tachero. Se ríe de ese argentino que para sacar la sortija hasta se chamuya al calesitero, a toda costa.

Que no quepa la menor duda que si una se para frente al Sr. Mikozzi le hará unos Rayos X para ponerte frente a tus narices cómo somos en este loco planeta que nos toca vivir. Y ahí una tiene que elegir: o seguir a la manada de argentinos, que borran con los oídos lo que dijeron con la boca o hacerte cargo de las ridiculeces de la vida misma. 

Había una vez unos argentinos que se creían superiores en lugar de mirar su lado más estúpido en la vida. Había una vez unos argentinos que iban por la vida sabiéndolas todas. Había una vez… hasta que el Sr. Mikozzi le sacó una seriada de fotografías para escribir su cuento, con tonalidades de humor ácido, en su  nuevo espectáculo: Stand Punk Comedy.



Ficha Artística
Actor: Pablo Mikozzi
Director: Rodrigo Peiretti

TEATRO EL BULULU CLUB DE COMEDIA
Av. Rivadavia 1350
Miércoles 22 horas. Diciembre
Entrada: $60

martes, 11 de diciembre de 2012

La Mujer Puerca



Una suerte de tarima que hace las veces de escenario soporta sobre sí una mesa, algunos pocos objetos y el brazo de Valeria Lois, que sentada en una silla al costado se dispone a hacernos vivir línea a línea toda su historia. Apenas bastan una Biblia, una estatuilla de Cristo y un rosario para zambullirnos en su universo. Nada más hay a su alrededor, nada más que aire. Bastaría que la actriz diera apenas dos pasos más a su costado para que se le acabe el suelo debajo de los pies. Corona el diminuto escenario una parrilla de luces frías, blancas como de hospital.

A medida que la escucho, que voy entrando en el texto de Santiago Loza, voy comprendiendo lo acertado de la decisión de Lisandro Rodríguez: un espacio mínimo, una actriz que casi no se mueve, una voz que derrama a chorros sus desventuras. Todo en función de narrar la angustia de la incomunicación y del desencuentro con los otros. 

La obra empieza como un simple relato de anécdotas pueblerinas, de creencias ingenuas en milagros cotidianos, en apariciones religiosas demasiado improbables para ser tomadas en serio. Pero poco a poco, tras el eco de la risa cómplice del público, va surgiendo el relato de un ser abandonado y rodeado de silencio que vive permanentemente tratando de encontrar algo más ahí afuera que le justifique la existencia. Los pocos silencios que hay en los 50 minutos que dura el espectáculo, parecieran ser la espera de una voz, una imagen, un holograma de Dios que devuelva a esta mujer a su eje existencial.

La mujer puerca da todo, se resigna a ella misma, a su cuerpo, se entrega a todo aquel que la desee, en pos de conseguir ese contacto divino, esa señal certera de que ha alcanzado la pureza y la santidad. En definitiva, su deseo es obtener esa suerte de promesa de compañía y permanencia en la mente de los demás, de trascendencia más allá de su tiempo, de su espacio, de su cuerpo, de su mínimo escenario. Como un eco que no se apaga. Pero en su destino paradójico e inevitable, esta mujer no logra más que fracasar y alejarse de su objetivo, convirtiéndose en un cuerpo tan profano como la realidad misma. 

En síntesis, una obra que sacude las entrañas y nos lleva de viaje de la mano de Valeria Lois y su impecable actuación. Gran trabajo de estos talentosísimos artistas que esperamos sea reestrenado en el 2013.


Ficha Artística
Autoría: Santiago Loza
Actúan: Valeria Lois
Vestuario: Jose Escobar, Lisandro Rodriguez
Escenografía: Jose Escobar, Lisandro Rodriguez
Diseño de luces: Matías Sendón
Fotografía: Nora Lezano
Diseño gráfico: Lisandro Rodriguez
Asistencia de dirección: Cammila Gomez Grandoli
Prensa: María Sureda
Producción: Elefante Club De Teatro, Natalia Fernandez Acquier
Colaboración artística: Mariano Villamarin
Dirección: Lisandro Rodriguez